“Sabia virtud de conocer el tiempo” dice la canción…

Y si pudiera apropiarme la frase, quizá diría “sabia virtud de agradecer y disfrutar el tiempo”.

Y es que, si hago una reflexión sobre el impacto que el paso de los años ha tenido en mi vida, la balanza sale a favor.

Sí, claro, hace unos días intenté hacer “arco y pasada” y casi me provocó una hernia en el abdomen, pero ¡qué más da! Ahora puedo salir de mi casa en pantuflas si yo quiero y no pasa nada. Tampoco siento que sea el fin del mundo cuando alguien me ve sin maquillaje.

El tiempo me ha dado la oportunidad de descubrir y descubrirme. De entablar conversaciones con personas con las que antes no hubiera considerado ni siquiera cruzar miradas. De sanar heridas, de olvidar rencores.

El tiempo me ha dado el invaluable regalo del self-assurance, de la paciencia y de la prudencia.

¿Qué más da si tengo canas? ¿Qué más da si tengo arrugas?

Total que, si de verdad me llegaran a molestar, esos rasgos físicos se ajustan con un par de “movimientos” técnicos y estéticos.

En cambio, las huellas que el tiempo ha dejado en mi ser, son invaluables e imborrables.

Los abrazos recibidos, las pruebas superadas, los lugares visitados, las lágrimas y las sonrisas. Los días de ver el sol y los días de disfrutar la lluvia.

Cada uno de estos 15,000 días han sido un presente del cual estoy feliz y orgullosa.

Y como comentaba con una amiga hace un par de días, por nada del mundo cambiaría algo de lo que el tiempo me ha dado la oportunidad de vivir: lo bueno y lo malo, los errores y los aciertos. Porque cada una de esas experiencias y cada uno de esos segundos vividos, – así hayan sido de felicidad eufórica o de profundo dolor – me han llevado a ser la persona que actualmente soy, y así estoy feliz.

Ojo aquí, ni mi vida es perfecta ni yo lo soy. Tampoco estoy eufóricamente feliz el 100% del tiempo… Pero, de nuevo, la balanza de mi evaluación actual de vida es de felicidad.

Estoy convencida que tenía que pasar por todo lo que he pasado para aprender lo necesario. Estoy segura que, de cambiar algo del pasado, mi presente no sería el mismo. Por eso lo valoro y lo agradezco. Lágrimas y risas. Logros y fracasos. Dolores y satisfacciones. Por nada del mundo cambiaría lo que hoy es mi vida: mi persona, mi familia, mis sueños, mi trabajo, mi empresa, mis amistades.

Así que, Tiempo, por favor, sigue llegando a mi casa mañana.

…Y gracias.

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