¿Qué tan difícil puede ser conectar con la conciencia?

¿Qué tan difícil puede ser vibrar en la frecuencia del amor?

Llevo muchos años buscándome a mí misma, a mi sentido de vida, a mi misión. He explorado muchas filosofías, religiones, ejercicios y técnicas. He acudido con gente charlatana, gente profesional, gente inspirada y conectada. He andado como muchas otras mujeres en la búsqueda de esa voz interior que me dice “hay más, no todo es lo que ves”.

Me he visto perdida y me he visto encontrada muchas veces en este camino. Algunas veces en formas muy básicas de fe, intentando siempre el discernimiento. También he meditado y explorado la física cuántica. Conocí la fuerza del perdón y reconciliación en una fundación a la que pertenezco, donde he transitado ya varios años de mi vida y, honestamente, mi mente y corazón empezaron a entrar en sintonía. Hoy, me encuentro explorando un camino que no se contrapone ni excluye ninguna de estas filosofías.

En esta incesante búsqueda logré encontrarme con temas de vida que maneja Eckhart Tolle, quién, según su experiencia, ha plasmado en su libro “El poder del ahora” la trascendencia que tiene vivir en el Hoy; sin el temor de que el pasado vuelva a aparecer, aprendiendo (sigo en ello) a tomarlo como una referencia y no una residencia, sin la angustia que implica vivir pensando en el futuro… Pensando que allá encontraré la felicidad, que allá me desarrollaré, que allá al fin estaré en paz y plenitud… Callando la mente, estando en el presente, sin estar juzgando a todos y a todo.

Y es en esta línea de pensamiento donde llega Sergi Torres a mi horizonte… Una persona por demás iluminada, con temas de unión universal en una conciencia, quien me invita a dejar de buscar fuera para buscar dentro, quien me lleva a la autoexploración en la confianza de mi sabiduría interna. Y, les confieso, ha sido muy liberador.

Hace unas semanas tuve la oportunidad de estar en un taller que impartió en Guadalajara, donde (en forma grupal) nos dimos la oportunidad de estar conscientes de que el único momento que tenemos es este, de sanar en la identificación con el otro, en el sentir y estar presentes en la frecuencia del amor, de la inclusión, de la no identificación personal… Donde, con toda su paciencia y en una actitud por demás amorosa, nos contagió el amor tanto a nosotros mismos, como a todo aquel o aquello que se encuentra a nuestro alrededor.

Hoy entiendo que lo que me hizo buscar y buscar, fue mi mente que por tanto tiempo intentó encontrar un sentido de vida, algo que me hiciera sentir especial, que marcara mi destino distinto a los demás, donde pudiera encontrar mi razón de ser, única en este mundo llamado Tierra ¿Ves cómo todos mis conceptos me llevaban a la división?

Obviamente no estaba buscando bien… Hoy en mi propia experiencia, tengo la convicción que a lo único a lo que soy llamada es a amar. Ese es mi sentido de vida, y esto, como pueden apreciar, no lo descubrí yo. Hay sabiduría ancestral que lo repite y lo repite. Mi maestro de maestros, Jesús, se cansó de decirlo (y las religiones de confundirnos). Hoy por todos lados escucho este mensaje, y en muchas ocasiones soy sorda a ello…

¿Soy congruente con mi sentido de vida? No siempre…

Y cada vez que soy consciente de mi incongruencia, es una gran oportunidad para estar presente, para conectar con la conciencia y vibrar en la frecuencia del amor.

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