Antes que nada agradezco quienes tomen el tiempo de leerme. Somos un grupo de mujeres con grandes talentos, y que realmente es enriquecedor aprender de cada una porque como dijo Frances McDormand, ganadora del premio Oscar a Mejor Actriz “..Todas tenemos Historias que Contar”.

Mi nombre es Gaby y soy esposa de Leo, un maravilloso hombre que me complementa y apoya y mamá de Constanza, de 2 años, y Leonardo, de apenas 2 meses.

Pudiera decirse que la paternidad nos llegó un poco tarde, pero los tiempos de Dios son perfectos. Constanza nació cuando yo tenía 39 años y Leonardo a mis 41 años. Como imaginarás realmente deseábamos consolidar nuestra familia con uno o dos hijos.

Además de ser esposa y mamá, combino mi vida con la segunda cosa que me apasiona más: mi trabajo. Soy Gerente Nacional de Recursos Humanos en una empresa de FEMSA Comercio, y llegar a mi posición actual me ha requerido esfuerzo y desarrollar una carrera de más de 20 años.

Nunca dimensioné el dilema y la gran sensación de culpa que combinar ambas en cosas me traería; además de las opiniones y comentarios de muchas personas bien intencionadas te hacen como: ¿vas a regresar a trabajar? -¡Si, claro! Es una de las cosas además de mi familia que más disfruto – ¿pero en dónde dejarás a tu hijos? ¿con tu mamá? – no, los tengo en una maravillosa guardería corporativa en la que los cuidan un equipo de profesionales- ¿y hasta cuándo piensas seguir trabajando?… Todo esto seguido con caritas de lástima que hacen que el sentimiento de culpa si no existía, te haga preguntarte si estás haciendo bien las cosas.

Además de estas “culpas sembradas” está mi propio juez, y creo el peor, que soy yo misma. Enfrentar la maternidad es un reto (¡nadie te lo dice!). Además de conocer a tu hijo(a) y hacer tu mayor esfuerzo por mantenerlo con vida (cubrir las necesidades básicas, entender por qué se estriñó, atormentarte si está respirando al dormir, etc.) te enfrentas al cansancio extremo, la desesperación por recuperar tu figura, tratar de recibir a tu esposo lo más guapa posible (a pesar del cansancio y el hecho de que tu ropa aún no te queda), pensar y buscar maneras de hacer ejercicio (pero si el tiempo no me alcanza para dormir o comer a mis horas… o bañarme), tratar de atender asuntos relevantes de la oficina aunque estés en periodo de incapacidad, alimentar a tu bebé únicamente con leche materna (lo cual en mi caso no fue posible como yo quisiera).

¡Realmente me siento agobiada! Y así puedo seguir con un sinfín de cosas que son esperadas de tí cuando eres mamá, cuando eres mamá que trabaja, y en general creo cuando eres mujer (las típicas preguntas ¿tienes novio? Si ya lo tienes ¿cuándo te casas? Si te casas ¿cuándo el primer hijo? Si ya tienes el primer hijo ¿para cuándo el siguiente?)

Hoy tuve mi prueba de fuego…fue mi primer día de trabajo a mi regreso de incapacidad.

Mientras se acercaba este día pensé muchas veces ¿Cómo lidiar con el sentimiento de culpa de dejar a mis hijos? ¿Por qué estoy tan contenta y entusiasmada de regresar? ¿Debería sentirme mal?  Después de pensar mucho en el tema y definir qué es lo mejor para mí y para nosotros he llegado a una conclusión: Cada persona, mujer, mamá es diferente. Lo que a ti te hace feliz puede no hacer feliz a otra persona o no encontrar sentido. El hecho de decidir formar una hermosa familia y continuar con mi carrera profesional me hace la mejor versión de mi misma para ellos. Estoy haciendo mi mejor esfuerzo por ser la mejor esposa, mamá y profesionista. No hay fórmulas a seguir o camino perfecto, sino lo que a cada mujer y a nuestras respectivas familias nos funcione.

Busca tu mejor definición de ti misma y enfócate en encontrar soluciones para lo que pueda impedirlo, y sobre todo (y esto me lo repito casi todos los días), no seas tan dura contigo misma y con las demás.

Todos estamos lidiando con nuestras propias realidades y estamos haciendo nuestro mejor esfuerzo.

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