Cuando la vida te da un revés

Cuando la adversidad toca tu puerta

Saliendo adelante de las dificultades

Puedo decir que a mis 45 años tengo una gran vida: nunca había tenido que atravesar alguna prueba o dificultad, tengo un esposo increíble, tres maravillosos hijos, mis papás, mis hermanos, miles de maravillosas amigas, hago lo que me gusta y amo lo que hago. La gente que me conoce sabe que soy súper gozadora, optimista, alegre y divertida.

Digamos que, en cuanto a situaciones de dolor, sufrimiento, o duelo, no había tenido que enfrentarme a nada.

Sin saberlo, todo eso iba a cambiar durante las vacaciones de semana santa 2018, donde en Vail, Colorado, sufrí un accidente esquiando.

El último día de nuestro viaje, a las 12:30 pm, y sin aún poder explicarme qué sucedió, me caí. Fue una caída muy fuerte, recuerdo que venía rápido y sola, no pude controlar los esquíes, que se me debieron de haber cruzado, solo recuerdo la caída, la nieve, las vueltas, los golpes, y sentir que me iba sin control. Entonces, sentí un crujido en mi pierna, quedé tirada sin poder moverme, con un dolor muy fuerte, y muy asustada.

Los minutos se me hicieron eternos, el dolor era insoportable, me tenía que mantener tranquila y no podía moverme. Estaba aterrada y sola. Debía mantenerme consciente mientras llegaba alguien a ayudarme. Tenía mucho miedo.

La ayuda llegó, y rápidamente me entablillaron la pierna, bajándome en un trineo hasta la base de la montaña para llevarme al hospital. Yo sabía que mi pierna iba mal, lo sentía. Solo recuerdo ir cantando para tranquilizarme y bloquear el dolor.

Me operaron de emergencia ahí en Vail, y después me volvieron a operar

a las dos semanas aquí en Monterrey. Fue una fractura muy fuerte. Poco común, no cualquier médico podía hacer esta operación. Prácticamente me reconstruyeron la pierna.

La recuperación iba a ser lenta y larga, muchas terapias y muchísima paciencia.

Hace dos meses del accidente, aún no camino sola, pero lo haré muy pronto.

Han sido semanas donde he experimentado de todo: dolor, miedo, frustración, impotencia, desesperación, soledad. Todos queremos una vida fácil y bonita, felices y en paz. Sin embargo, a veces la vida nos sacude con fuerza, nos frena, nos tumba.

Tenemos miedo a la adversidad, no sabemos si somos capaces de enfrentarla y superarla. Nadie sabe a ciencia cierta de qué madera está hecho, hasta que te ponen a prueba.

Llevo 10 semanas superando pruebas y obstáculos, un viaje al interior de mi ser.

Las adversidades nos despiertan a la vida y nos hacen descubrir de lo que somos capaces. Hay que vivir el dolor en persona para comprender y amar a aquellos que lo sufren.

En mi caso, ha sido una experiencia que deseo guardar como enriquecedora. Si, de mucho dolor, pero también una experiencia que me ha llevado a sacar lo mejor de mí.

No sabemos de cuánto somos capaces hasta que la vida nos empuja a demostrarlo.

El apoyo, cariño, amor y paciencia de Jorge, mi marido, ha sido fundamental. Mis tres hijos me tienen impactada con su amor, entrega, preocupación, ayuda, servicio y disposición. Mis papás que me cuidaron en su casa llenándome de su incondicional amor y cuidados. ¡Y mis amigas! Wow con mis amigas. ¡Me tienen desbordada de agradecimiento por tantas y tantas muestras de cariño y apoyo! Visitas, llamadas, mensajes, no me han dejado ni un momento. Y esto no tiene precio, si algo me dejó esta situación no fueron 10 semanas fuera de circulación, han sido 10 semanas de estar recibiendo amor, cariño, porras, buenos deseos, abrazos y bendiciones. En la adversidad conoces a tus amigos y yo no tengo palabras para agradecer tanto.

Durante este tiempo he aprendido a ser muy paciente, a motivarme, a agarrarme de cualquier esperanza, a no dejarme vencer por el desaliento y la tristeza. A no preguntarme “¿Por qué?”, “¿Por qué a mí?” Si no a entender el “¿para qué?”, a amanecer cada día agradecida por la vida. Durante varias semanas no pude ser capaz de valerme por mi misma, dependía para todo de la ayuda de otros. Cuando fui lográndolo, poco a poco, eran como pequeños triunfos para mí, de cosas bien sencillas, cosas que hacemos a diario y no valoramos, pero para mí eran grandes metas cumplidas. Muchas veces me desanimé y lloré mucho, dicen que es como vivir un duelo, en parte sentía que había dejado atrás mi maravillosa vida. Aprendes a ver la vida de otro modo. Trabajas una humildad y fuerza de voluntad muy grande. Hoy puedo decir que encontré una fuerza en mí que no sabía que tenía. Trabajas hasta el sentido del humor, encontré alegría y placer en pequeñas cosas como el primer sorbito de café, mis primeros pasos, un buen libro, música, el atardecer.

Nadie pedimos sufrir, va contra el ser humano, pero la vida no pregunta y las dificultades y adversidades llegan solas, dejándonos sin duda un gran aprendizaje. Para mí ha sido una hermosa experiencia en el amor, en sacar fuerzas de mi interior, en vencer miedos, en levantarme cuando me sentía derrotada y melancólica, en tener fe y no dejar que se me fuera, en agarrarme de la mano de Dios porque sola no hubiera podido.

Soy una consentida de Dios, al permitirme vivir esta experiencia, al darme otra oportunidad, al rodearme de tanto amor y recibir tantos cuidados y atenciones, no soy la misma, ha nacido en mí una fuerza y un amor a la vida muy grandes. Mi corazón se desborda de agradecimiento.

Y aquí mi agradecimiento eterno a Jorge, a su infinita paciencia y cuidados, que aún en mis momentos más tristes supo subirme el ánimo, con sus chistes, bromas, con su amor, haciéndome sentir única y especial. Gracias.

Manténte actualizada
Recibe en tu correo las últimas publicaciones semanalmente.
No envíamos spam 🙂