Si tuviéramos que definir el término “vino” podríamos encontrar muchas definiciones técnicas escritas de forma distinta con diferentes palabras que al final quieren expresar lo mismo: “El vino es una bebida que se obtiene de la fermentación alcohólica del jugo de uva”. Básicamente y en términos muy generales y técnicos eso es, pero va más allá de sólo una simple fermentación alcohólica.

El vino es cultura, el vino se vive, es una bebida que despierta –al menos- tres de tus principales sentidos si quieres lograr esa conexión y te quieres aventurar.

Así es como se debe experimentar…te platico. Si alguna vez escuchaste o haz tenido la oportunidad de estar en una cata, para que tengas una mejor interacción con el Vino, cualquiera que sea el de tu agrado, lo importante son 3 fases: La primera es la Vista, que como bien dicen, “de la vista nace el amor”. Lo mismo pasa aquí. Hay que observar la intensidad de color de un vino, esta se debe propiamente a la variedad de uva con del que esta hecho y/o a  la extracción de color que el enólogo le quiera dar,  por ejemplo un Malbec siempre tendrá una mayor intensidad de color que un Pinot noir. Y por otro lado podemos encontrar la edad del vino en el color de su ribete; es decir, si el ribete de color es más oscuro, el vino nos dice que es de edad más avanzada que un vino que tiene un ribete color purpura (un vino más joven).

La segunda fase, el olfato, o el uso de la nariz como mejor se conoce. Esta fase es la que a mí me puede llegar a enamorar porque el vino vive, cambia, se desenvuelve; cuando sirves una copa en algún lugar abierto, automáticamente el lugar se llena de aromas. Cada vino, según su variedad y región tiene sus características, pero los aromas del vino provienen de 3 partes del proceso: los aromas primarios, aquellos que vienen propiamente del fruto y su variedad; los aromas secundarios, que provienen de la fermentación y los aromas terciarios, los cuáles provienen de la barrica en donde se añeja. En alguna ocasión, alguien me preguntó que de dónde venía el aroma a madera de los vinos. Precisamente viene del añejamiento, nadie la agrega nada al caldo, esa es la magia: los aromas viene  del proceso natural del vino. Existen grupos de aromas que habrá que identificar al momento de la cata, florales, frutales, animales, balsámicos, especiados etc., pero solo los vas a identificar si trabajas tu memoria olfativa. Te recomiendo algo: cuando vayas al supermercado, paséate por el departamento  de frutas y verduras y toma un manojo de menta, un melón, un plátano, un manojo de hierbabuena etc.; huélelos y trata de retener esa memoria olfativa, te será más sencillo cuando te aventures en este camino.

La tercer fase, el gusto, en donde todos esperamos a probarlo. Ahora bien, habrá que recordar que todos tenemos en la lengua 4 sabores: dulce, salado, ácido y amargo. Si dividimos la lengua en 4 partes tenemos en la parte de la punta el sabor dulce, en la parte trasera el amargo y por los lados salado y acido, es por eso que cuando le des un sobro a tu vino debes pasar este por todas las partes de tu lengua para que te sea más fácil identificar sus características en el tacto, si te resalta más lo amargo, o bien lo ácido etc., así podrás ir dándole forma al tipo de vino que más te guste disfrutar.

Esta es sólo una breve reseña de cómo puedes experimentar un vino a través de tres de tus sentidos, dándole una ceremonia de sensaciones a la ocasión que seguro harán de tu momento uno de buena platica y buenos recuerdos.

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