Hace algunos días, cuando las redes sociales tenían como tema de moda el “Día Internacional de la Mujer”, me encontré con la publicación que hace cada año la revista FORBES sobre las mujeres más poderosas en México durante el año 2018.

Por haber estudiado una carrera financiera, desde mis tiempos de universitaria me gustaba leer FORBES, pero confieso que esta edición es la única que he llegado a comprar en su presentación impresa. Conocer los nombres de las mujeres protagonistas de la economía, la ciencia, la política y la vida empresarial de México, siempre llamó mi atención. Desde aquellos tiempos sigo y admiro la trayectoria de personalidades como María Asunción Aramburuzabala, Fundadora de Tresalia Capital o de Blanca Treviño, paisana regiomontana y fundadora de SOFTEK.

Cuando leía la lista, dentro de la cual se encuentran escritoras, comunicadoras, banqueras, atletas, activistas, artistas, por supuesto empresarias y un sinfín de profesionales, muchas preguntas venían a mi mente: ¿Cómo llegaron ahí?, ¿Cuánto tiempo les tomó?, ¿Cuáles fueron los sacrificios para lograrlo?, ¿Siempre supieron que querían dedicarse a eso o aprendieron a querer lo que hacían?

Conforme ha pasado el tiempo, las preguntas que me hago cuando leo la lista han cambiado. Debo reconocer que ahora son más complejas y tal vez más profundas pues conforme avanzan las etapas de la vida de la mujer, en ocasiones requiere más esfuerzo poder sobresalir en el campo profesional.

La maravillosa aventura de ser madres desvía bastante nuestra concentración por lo que ahora cuando leo la publicación me pregunto: ¿Quién les ayuda a atender a su familia? ¿Cómo se organizan para asistir a los eventos escolares de sus hijos? ¿Asistirán a eventos sociales como despedidas de solteras o baby showers? ¿Les aburrirán las platicas triviales?

Siempre me ha intrigado lo que las mujeres a lo largo de la historia han tenido que hacer para lograr una meta profesional. Por ejemplo, Marie Curie, científica de origen polaco, nacionalizada francesa, que fue la primera persona en recibir dos premios Nobel en distintas especialidades (física y química) y la primera mujer en ser profesora en la Universidad de París.

Si nos situamos en los años en que Marie Curie se dedicaba a la investigación científica (finales de los años 1800), obviamente podríamos asumir que había muchas cosas que debía hacer, relacionadas a la atención de su familia, antes de que pudiera trabajar en su laboratorio y enfocar su atención en la física, en la química, en el estudio de la radiación o en el descubrimiento de nuevos elementos.

En algún libro leí, que Marie trabajaba por las noches, me pregunto si la razón era porque en ese momento podía trabajar mejor, o tal vez si era el tiempo que le quedaba libre después de una jornada de atención en el hogar, asegurarse que sus hijas se prepararan para dormir y una vez dormidas, sin preocupaciones podía concentrarse en investigar.

Y así como Marie Curie, muchos nombres de mujeres que a lo largo de la historia y de la actualidad han sobresalido, se me vienen a la mente: Agatha Christie, Amelia Earhart, Josefa Ortiz de Domínguez, Rigoberta Menchú, Angela Merkel, Frida Kahlo, Oprah Winfrey, Serena Williams. ¿Cuáles eran sus circunstancias de vida? ¿Qué adversidades tuvieron que enfrentar?

Pero también pienso en las que no aparecen en los libros, ni en la lista de ninguna revista y sin embargo, sé que tienen una historia de esfuerzo y dedicación por hacer lo mejor cada día en aquello en lo que creen y les apasiona; por contribuir en hacer mejores comunidades, mejores familias o simplemente por ser mejores ellas mismas.

Apuesto que mientras lees esto has pensado en algunas; tu abuela, tu mamá, quizás tus hermanas. Casadas, solteras, viudas o divorciadas, es igual. La mayoría tienen historias admirables, de dedicación o de superación. Todas son dignas de contarse.

Y con todo este análisis de personajes que de vez en cuando hago, siempre llego a la misma conclusión. Me da mucho gusto saber del éxito de mujeres en cualquier ámbito. Ya sean amigas, conocidas o de las cuales me entero por los medios de comunicación. De la reciente entrega de los Oscars, por ejemplo, tanto gusto me dio por Yalitza Aparicio como por Lady Gaga. Detrás de ambas hay una historia y merecido es, al menos eso creo yo, que nos alegremos por el momento que están viviendo.

Al final, todas somos poderosas, que algunas se encuentren entre las 100 o las 500, por ciertos parámetros de medición que utiliza una revista, es solo una cuestión de números.

Autora: Pamela Bermea

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